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miércoles, 26 de diciembre de 2012

Curso para padres - BOLETÍN N. ° 7 (Segunda entrega)


Hola, homeschoolers:

… ……...viene de la entrada anterior...

¿Qué transmitimos en estas Fiestas?


Llega el fin de año y con él, las fiestas y celebraciones.
Es un buen momento para preguntarnos:
¿Qué significan estas fiestas para nosotros? ¿Y para nuestra familia?
¿Qué mensaje, que valores, que contenido, queremos que capten nuestros hijos, nuestros amigos?
¿Cómo lograr centrarnos en lo esencial, para no preocuparnos excesivamente por lo menos importante, descuidando lo que realmente importa?
Darnos unos momentos diarios para reflexionar, para recordar el sentido de este tiempo, para proyectar cómo vivirlo más intensamente, puede ser una ayuda para comenzar a recuperar celebraciones que a veces pueden quedar vacías de su contenido más valioso.
Recordemos que nuestros hijos, comprenderán estos significados, desde lo que vean en nosotros.
Vivir diariamente según nuestras creencias y sentido, es el comienzo para que ellos logren descubrir lo que queremos transmitirles.

Trabajando para una sana autoestima


Nosotros los padres,  somos el espejo desde donde nuestro hijo va a verse, conocerse y aceptarse. Ese reflejo es la primera y más importante cercanía que ellos van a tener sobre ellos mismos. Por eso la tarea es reflejar positivamente lo que son y cómo son, evidenciando sus potencialidades y respetando y haciendo respetar sus debilidades. Hay que trabajar para que el hogar sea el taller donde se lo acepta y valora por lo que es, por lo que hace y por cómo lo hace. Que sepan que con los errores y debilidades somos pacientes: trabajamos duro con la conducta que puede desencadenar ese error/debilidad pero benévolos con la persona del hijo. De aquí se desprende cuanto se estime y el concepto que tenga de sí mismo nuestro hijo.

Estamos en un camino seguro si logramos brindar este ambiente cálido y de confianza, donde no se tenga ni la menor duda, ni temor alguno a perder el amor de padres  y hermanos por las equivocaciones que acontecen en el crecimiento personal. En la base de una sana autoestima está la certeza de saberse amados por otro. Por lo que si el hijo se siente amado va a poder amar y confiar no sólo en él/ella, sino también en los demás.

Como dice Dorothy Corkille Briggs en su libro “El niño feliz”: “Todo niño se valora a sí mismo tal como haya sido valorado (…) Los niños ponen rara vez en tela de juicio nuestras expectativas; en cambio, dudan de su propia aptitud personal”.


Por eso la estructura de la autoestima tiene dos facetas: una es la mirada que nuestros hijos tendrán de sí mismos a partir de lo que les decimos que son, que pueden y que valen. La otra es cuánto creo que esto sea cierto. Esta opción de poner en “tela de juicio” el reflejo de los demás, sólo podrán hacerla cuando sean mayores.

Los padres debemos ser cuidadosos en este sentido, ya que sin darnos cuenta tal vez exijamos y soñemos con un hijo que no es el real. Incluso hasta podemos quebrar su yo,  al ellos sobreexigirse para alcanzar lo que nosotros queremos o decimos que son y que valen.

Hay algunas posturas en las que sería conveniente no permanecer. Una es estar en la posición de padres que no esperamos nada de los hijos, que no vemos y no reconocemos los esfuerzos de ellos en ningún aspecto. Otra postura es la de los padres a los que nos cuesta, por lo que sea,  demostrarles cuánto los queremos.  Otra, los que creemos que no es necesario estarles diciendo lo que sentimos o pensamos respecto de ellos. Otros que sólo los reconocemos o miramos en la medida en que se portan como nosotros queremos que se porten, o sea, “bien”.

Educar para desarrollar una estima positiva tiene que ver con poder descubrir y reflejar a nuestro hijo su ser más auténtico, su lado más noble y fuerte para que,  al desempeñar los roles de y en la vida, pueda conectarse justamente con su yo sin dejar de interactuar comprometida y respetuosamente con los demás.
 
TOF Claudia Bonaccorsi


 ¿Desde cuándo comenzar a leer?

Lo que leamos en la vida, incluso antes de ser padres, nos va preparando para la vida y también para la maravillosa tarea de educar.
Desde el vientre materno el niño percibe, siente, escucha… La paz que podemos encontrar en un rato de lectura, las rimas leídas o cantadas, serán de gran ayuda en el desarrollo pre-natal.
Y por supuesto, desde los 8 o 9 meses de vida, podemos empezar a compartir con nuestros hijos, cuentos con imágenes, sonidos, texturas, etc.
Algunos consejos a la hora de contar un cuento:
• Elegir un lugar cómodo y suficientemente iluminado para leer.
• Hacer del momento de leer, un momento esperado con ilusión y agrado.
• Contar el cuento con alegría y entusiasmo para atraer la atención del niño


• Cuando el niño nos pida que le contemos de nuevo el mismo cuento, hacerlo con la misma emoción. Cuando son pequeños, es importante repetir varias veces los mismos cuentos, utilizando en lo posible las mismas palabras.
• Permitirle ir viendo las ilustraciones.
• Permitirle interrumpir, preguntar, comentar. Hacerle preguntas, pedirle que imite animales que van apareciendo, que haga los ruidos o mímicas de distintos elementos del cuento.
• Dejarle participar en la elección del cuento, así conoceremos sus gustos e intereses.
• Cuando el niño esté cansado no lo obliguemos a continuar, ya que dejará de ser una actividad gratificante para él.
• Algunas veces leámosle un cuento y otras pidámosle que nos cuente un cuento él a nosotros. Esto nos permitirá conocer sus deseos, inquietudes y creará una corriente afectiva y de complicidad entre ambos.
• Terminemos siempre los cuentos en un tono sereno, bajando el ritmo y con alguna frase positiva.
• Si contamos un cuento antes de dormir, no lo recarguemos de acción y de emociones demasiado excitantes, que le dificulten conciliar el sueño.
• En algún momento del día, pidámosle que dibuje alguno de los personajes o escenas del cuento que hayamos leído. Así podrá expresar con sus garabatos, miedos, expectativas, alegrías.
• Preguntémosle si le gustó el cuento, qué le pareció, quienes estaban en el cuento, etc.
• Contar un cuento sin libros ni dibujos, con luces apagadas y los niños en la cama, facilita que ellos aprendan a prestar atención a algo distinto de un estímulo visual, concentrándose en nuestras palabras.
• Podemos inventar cuentos o recrearlos, resaltando aspectos que sabemos llamarán la atención de nuestro hijo, incluyendo sus preferencias, reflejando sus sentimientos, dificultades en el personaje, etc.

Como inventar un cuento:
A veces sentimos que nos falta imaginación y que no sabemos qué inventar.
Sin embargo, si vamos practicando, no es tan difícil inventar cuentos. A veces nuestros propios hijos pueden sugerirnos los personajes y el ambiente si les preguntamos: “¿quieren un cuento de animales o de niños, de castillos o de la selva?”
Una vez elegidos los personajes, y el ambiente, nos queda imaginar alguna situación problema que los personajes deben resolver, o alguna situación graciosa, disparatada, por la que tuvieron que atravesar.
En dicha resolución del problema, podemos dejar la moraleja o enseñanza del cuento.
Cuando nuestra imaginación no logre avanzar en el cuento, también la pregunta a los niños, puede ayudarnos a continuar inventando la historia: “¿y vos qué te imaginás que hizo el león?”. Los niños nos darán seguramente muchas ideas creativas para completar los cuentos inventados e iremos conociendo a través de esto su mundo interior.
¡Animémonos a probar!

Eligiendo cuentos. Algunos consejos útiles: 
Niños que no saben hablar:
• El  libro debe ser muy interactivo, la historia importa poco. Se trata de disfrutar del momento con papá y mamá en torno a un cuento, así que será mucho más divertido explorar el libro, responder preguntas, buscar cosas. El libro, por tanto, debe ser rico en formas, texturas, imágenes y colores. Las imágenes deben ser de tamaño amplio y claras, con objetos familiares al niño, de forma que le permitan ir ampliando su vocabulario. Un libro con dibujos especialmente artísticos y retorcidos puede quedar muy bonito a nuestros ojos, pero no será muy útil para ser explorado  Y  estimular sus sentidos.

Niños que hablan pero no leen:
• Es el momento ideal para contar cuentos que transmitan valores. Historias sencillas y claras en cuanto a la idea y el lenguaje empleado.  La acción debe ser lineal y no demasiado larga, ya que la capacidad de atención no está desarrollada a esta edad. Los cuentos deben tener pocos personajes.
• Los cuentos de hadas ahuyentan pesadillas y temores nocturnos. El niño adquiere seguridad en sí mismo cuando comprueba que el protagonista ha sido capaz de vencer al lobo o a la bruja.
• Los cuentos que comienzan con la tradicional frase "Había una vez", tienen una gran fuerza evocadora. Tienen el poder de introducir al niño en un mundo diferente.

Prof. Alba Abad
Lic. Cecilia Scarafía


 Video 7 - Grupo 2

 http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=gnwhO2zB5pQ


Reflexión sobre el video: 
¿A quién deberíamos perdonar o pedir perdón en estas fiestas?


Cariños para todos, 
Ximena

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