Cotidianamente
cometemos errores, muchas veces sin mala intención, pero que lastiman o perjudican a otros miembros de nuestra familia:
una
contestación
impaciente o en mal tono; una corrección exagerada, en un momento
inadecuado, o delante de terceros; olvidos o tareas no
realizadas; enjuiciamientos sobre la intencionalidad del otro, etc.
Cada día necesitamos pedir perdón y
perdonar.
El perdón:
- es un bálsamo que alivia el dolor que causamos a
otros
- alivia nuestra propia culpa
- nos ayuda a crecer en humildad
- nos enseña a ser más comprensivos (el que
reconoce sus faltas, se da cuenta que a todos nos cuesta actuar bien)
El perdón no es un sentimiento es una
acción.
Las consecuencias del perdón en la vida familiar son:
paz, alegría, unidad.
Si enseñamos a nuestros hijos a perdonar estamos
desarrollando en ellos: madurez, mayor capacidad para relacionarse positivamente y mantener relaciones estables.
A pedir perdón y perdonar, se aprende desde muy pequeños.
¿No perdonar, tiene alguna
consecuencia?
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